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inocente

Mario trabajaba en un taller mecánico. A pesar del magro salario que percibía mensualmente, se las ingeniaba para conservar un viejo Renault 12 que lo llevaba a todas partes.
Esa tarde, al terminar las tareas, decidió ir a una playa cercana y disfrutar un momento del lago, de refrescarse y relajarse luego de un día de dura labor. Dudó un instante en darse el chapuzón deseado pues el pantalón de baño no le ajustaba y se le caía apenas salía del agua. El calor pudo más y allí fue.
Era un buen nadador y el placer superó su tonto pudor, nadó un largo trecho descanso unos minutos y regresó. Casi llegando a la costa un remolino le arrancó el traje de baño. Ya casi caía la noche, así que decidió aguardar que se fueran todos los visitantes para salir y llegar al auto. Cuando lo logró buscó afanosamente algún elemento para cubrirse ya que había dejado el pantalón en el taller. La frustración fue la respuesta y decidió partir; tenía frío y cuando llegara a su casa bajaría sin problemas pues la vivienda estaba en el medio de la nada.
Casi al finalizar la ruta, llegando a la ciudad, lo paró un control policial. Al verlo desnudo lo detuvieron de inmediato y lo llevaron a la comisaría local.
Se había hallado el cuerpo de una niña de tres años asesinada y violada brutalmente. Mario fue asediado a preguntas. A la hora del hecho él estaba en el agua esperando que se desalojara la playa. Nadie le creyó: no tenía coartada y el cuerpo de la niña apareció en el trayecto que había realizado Mario desde la playa hasta el puesto que lo detuvo.
Se tomaron muestras de sangre y semen, se fotografió el cuerpo el Mario con múltiples rasguñones producto de las ramas en las que se había enganchado en el lago.
Desafortunadamente para la suerte de Mario, el ADN obtenido del semen encontrado en la chiquita asesinada coincidía con el suyo. Fue una prueba determinante.
En el proceso, Mario repitió una y otra vez que era inocente y la verdad sobre los hechos ocurridos. El ADN fue contundente. La prisión, perpetua.
Lo encarcelaron en una de las prisiones más pesadas e implacables para con los violadores. Al segundo día de su estadía del lugar Mario fue encontrado asesinado luego de una feroz golpiza y de padecer todo tipo de torturas.
Nadie asistió a su funeral. Nadie tiene piedad por un asesino violador.
Al verano siguiente, en el mismo lugar donde había aparecido el cadáver de la menor cuyo asesinato y violación se había imputado a Mario, apareció el cuerpo por de una niña de cinco años violada y estrangulada de la misma manera. Luego de un par de meses de incertidumbre alguien recordó que el padre de Mario había estado encarcelado cuatro años por violación de una menor. Revisando archivos se constató que el modus operandi era igual en los tres casos. Salieron en su búsqueda. Tarde, muy tarde. El padre de Mario nunca fue encontrado. Dicen los guardias del Juzgado Criminal que cada noche la voz de Mariogritando su inocencia se hace oír con fuerza en la Sala de Audiencia que nadie quiere custodiar.

1 comentario:

  1. Espero que no sea un caso real sino un cuento (bueno según mi gusto). Si el autor fue juez como dice, ojalá se lo haya inventado porque la historia es terrible

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