Los sueños son uno de los grandes misterios de la vida. Normalmente aparecen como fantasías, exageraciones, ilusiones, esperanzas, reencuentros con amigos lejanos y cosas por el estilo.
Para Jorge, los sueños eran una reproducción exacta de su vida diaria; hasta el último detalle de lo que había acontecido en su jornada se reproducía en su sueño nocturno. Una rareza que jamás salió de su fuero íntimo. Nunca le contó a un tercero, ni a sus padres, lo que le acontecía mientras descansaba cada noche.
Así fue hasta que contrajo matrimonio con Elsa. Allí los hechos comenzaron a variar ligeramente. No se daba esa exacta coincidencia que había perdurado inmutable durante su soltería.
Con el transcurso del tiempo, las diferencias de los sueños de Jorge con su realidad se hicieron más notorias. Así, la vida cotidiana con Elsa no era sencilla pero en sus sueños se traducía en un dulce pasar. La situación varió más aún con el nacimiento de los tres hijos. Cada jornada se convertía en un infierno pero en sus sueños la relación con su esposa y sus hijos era magnífica.
Las desavenencias de la pareja, las diarias disputas conyugales, habían llegado a tal punto que Jorge pensó en divorciarse aunque desistió de hacerlo en la convicción que era lo mejor para los hijos. Ellos necesitaban un padre y no podían quedar a merced de los caprichos de Elsa.
En sus sueños, el trato con Elsa era más que armonioso, el amor reinaba sin límites en la pareja y el vínculo con sus hijos era espléndido.
Elsa se había obstinado en que sus hijos no fueran más allá de la escuela primaria. Lucho rabiosamente para que no accedieran a la escuela secundaria. Obviamente no tuvo éxito: Jorge se encargó de inscripciones y trámites de rigor y los niños iniciaron sus estudios medios.
Por supuesto que al tiempo de soñar el interés de Elsa por el estudio de sus hijos era notable. Jorge era simplemente un apoyo en la materia.
Cuando llegó la adolescencia de los mocosos, Elsa le dio piedra libre a sus hijos para que se embriagaran, fumaran, volvieran a cualquier hora del boliche, que desaparecieran por días. Mil tormentos para Jorge que era súper responsable y allí andaba sacando a uno de la comisaría por beber de más, recogiendo a otro de una plaza donde había quedado tirado por el alcohol, rescatando al tercero de una casa de malandras.
En su sueño, los hijos volvían de la diversión no más allá de las doce, sin aroma a alcohol y se quedaban charlando con Jorge y Elsa hasta la madrugada de las alternativas de la familia.
Para que los jóvenes pudieran acceder a la universidad, Jorge tuvo que enfrentar una lucha cuerpo a cuerpo con Elsa. Contra su obstinada negativa, el padre de los párvulos se encargó de inscribirlos a pesar del ataque de furia de la indomable Elsa.
En la vida de sueño, Elsa feliz festejaba la partida de sus hijos a la ciudad de
En la realidad, los vagos se tomaron diecisiete años para terminar sus carreras. Mil tropiezos, borracheras con secuelas, departamentos dañados y la sonrisa burlona de Elsa por las omisiones de los atorrantes.
Al soñar, los hijos se recibían en el riguroso término de seis años. Desarrollaban carreras exitosas, se casaban, y cuatro nietos hacían la alegría de Elsa y de Jorge.
Al volver de la universidad los hijos cortaron toda relación con el padre. Elsa enfermó de cáncer. Salvó su vida por la persistente acción de Jorge de conseguir que se operara en un hospital importante en Buenos Aires y no en la clínica del pueblo. La terapia intensiva del gran hospital la sacó a Elsa de la muerta después de una lucha de horas. En la clínica local hubiese muerto pues la sala de terapia intensiva era una promesa que nunca se había cumplido.
En el sueño, Elsa contraía cáncer y salvaba su vida como en la realidad, pero premiaba a Jorge con el mejor trato, con un amor sin límites. Fiel reconocimiento a la persistencia y preocupación de Jorge para conseguir la operación en el Hospital importante. En la realidad, Elsa abandonó a Jorge a los diez días de la operación para ir a vivir con sus hijos.
Luego de la separación, Jorge se fue convirtiendo en el ser más solo del mundo. Elsa, en un acto de mala fe, vendió la casa que Jorge tenia reservada para pasar su jubilación en su ciudad natal y que había adquirido con enorme esfuerzo. No sólo la vendió sino que se jugó todo el dinero que había obtenido con la compra. Así sumó una adicción más al cigarrillo y a la cerveza: el juego. Se convirtió en una ludópata que nunca cesaba de reclamar dinero a Jorge.
En los sueños, Elsa y Jorge Vivian su segunda luna de miel rodeados de sus hijos y nietos.
Pero Elsa había cruzado todos los límites. Una noche fue a la casa de Jorge. Cuando este abrió la puerta comenzó a insultarlo, agredirlo, tomó un cuchillo y le exigió todo el dinero que tuviera. Jorge intentó arrebatar el arma de su mano, forcejearon, Elsa perdió el equilibrio y su cabeza pegó contra el borde del primer escalón de la escalera de mármol que llevaba a los dormitorios. Un hilo rojo comenzó a hacerse cada vez más notable en su frente, corrió por sus ojos, la nariz, los labios. Jorge tomó la muñeca derecha, el pulso había marchado junto con la vida de Elsa. Sometido a juicio, se demostró el accidente y Jorge quedó en libertad. Solo, más solo que nunca.
La primera noche que pasó fuera de prisión buscó desesperadamente la cama de sus sueños. En el pasar de ilusión Elsa había enfermado gravemente. Esa tarde de sueño acercó sus labios a los labios de su amada esposa que respondió con ternura. Fue la última caricia antes que Elsa muriera. El Jorge de fantasía no lo pudo soportar y su corazón se rompió en mil pedazos.
Esa misma mañana de la vida real, la mucama que hacia la limpieza diaria en la casa de Jorge lo encontró muerto. Su ajetreado corazón se había negado a seguir.
las vidas de jorge
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me encantó, es un cuento muy logrado!!!
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