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solitario

-Hola, solitario.
-Hola.
-¿No sientes miedo tan lejos del mundo?
-No, siento placer.
-¿Qué te hace sentir placer?
-Justamente la soledad, el río, el ruido del agua al caer en cascada, la espuma blanca.
-A mí me parece aburrido.
-Nada de aburrido. Es bello. El ruido del agua es una suave melodía, armoniosa, coherente. Ayer, hoy, mañana y siempre la misma caída, la misma espuma blanca, el mismo sonido.
-¿No te gustan los cambios?
-La vida cambia demasiado. Tan efímera, un vuelo de mariposa y en el ínterin todo sucede.
-¿Y eso no te divierte?
-Me abruma la rapidez del transcurrir vital, desde el primer llanto hasta la muerte. Esta caída de agua y este río, están y estarán para siempre. Eran una realidad cuando nací y lo seguirán siendo el día que me vaya de este mundo. Tan obstinados, tan insistentes, tan fieles.
- Eso es cierto.
-Mirá al cielo. Ante de llegar a él te encantarás con árboles de todas las formas y matices. Natura se viste de mil tonos de verde, amarillo, ocres. Y esa pared de inmutable piedra que desafìa al sol.
-En verdad, es imponente.
-Fìjate a la derecha: el lago azul, la cordillera, las cumbres nevadas.
-Una maravilla.
-Y a la izquierda, ¿qué ves?
-Una cascada más grande, un viejo puente de madera, pájaros.
-Pájaros majestosos. Libremente majestuosos.
-Buen lugar, solitario.
-¿Buen lugar para qué?
-Para que mueras, Solitario. Enemigos poderosos acortan la vida.
-Todos morimos algún día.
-Este es tu día, solitario. Lo lamento.
El sonido del agua al caer escondió el ruido del disparo. La blanca espuma se tiñó de rojo.

1 comentario:

  1. ¡Pero...! que pasó! si Solitario no jodía a nadie. Y bueno... "algo habrá hecho".

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