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gentileza

-Buen día, señor.
-Buen día, señora.
-Estoy buscando la calle Irigoyen.
-Irigoyen, Irigoyen, sí, sí, haga dos cuadras y al llegar a la esquina doble una a la derecha.
-No, no puede ser. Irigoyen es a la izquierda de esta calle en la que estamos. Sólo no sé a cuántas cuadras, si me conviene tomar un taxi o ir caminando.
-¿Cómo sabe?
-Ya vinimos con los chicos. Me acuerdo que de esta esquina donde está la confitería Las Palmas tomamos hacia la izquierda.
-¿Qué Irigoyen buscan?
-No sabemos.
-Puede ser que sea Irigoyen pero con otro nombre.
-Puede ser. ¡Ya sé! Solari Irigoyen, eso, Solari Irigoyen.
-Solari Irigoyen no es una calle señora. Es el nombre de un diputado.
-Es una calle, estoy segura. No me va a decir a mí. Ahí viven mi tía Eulalia y mi primo Gervasio. ¡Las veces que habré ido!
-Señora, no hay ninguna calle en Buenos aires que se llame Solari Irigoyen.
-¿Y usted qué sabe? ¡Es un mocoso insolente! Fui mil veces. Esta maldita memoria y los años hacen que no me acuerde.
-Señora, usted es una persona joven. Entienda que esa calle no existe.
-No se haga el piola conmigo. ¡No soy joven, soy vieja! y Solari Irigoyen ¡existe!
-Claro que existe, pero es un diputado, no una calle.
-Usted se está abusando de una vieja del campo.
-Yo no me abuso de nadie y usted no es una vieja del campo. Tiene puestos unos jeans Legacy, una camisa Pierre Cardin, mocasines artesanales, es rubia de ojos celestes y ese corte de pelo que le debe haber costado una fortuna.
-¿Y a usted qué le importa? Las viejas del campo también somos rubias y de ojos celestes como las pitucas de la Capital y nos vestimos y peinamos como se nos antoja. ¿O no podemos? Usted me discrimina. Es un vulgar discriminador. Usted está violando mis derechos humanos.
-Señora, yo no discrimino ni estoy violando nada. ¡Déjeme en paz!
-Encima me grita. ¡No me grite! ¡No me grite! ¡No me tutee!
-Señora, ni le grito ni la tuteo. Le repito que me deje tranquilo.
-¡No lo dejo nada! Primero se burla, después se abusa, me discrimina y ahora me grita y me tutea. ¡Lo voy a denunciar!
-Señora, haga lo que quiera.
-¡Señor Policía! ¡Señor Policía!
-Si, señora, ¿qué sucede?
-Este señor me abusó.
-No, oficial, yo sólo quería ayudarla.
-Todos dicen lo mismo. Porque una es confiada y tonta. ¡Proceda, señor Oficial, proceda!
-Señor, acompáñeme a la Seccional por favor.
-No, Oficia,l es un error. Tengo que llegar a mi casa. Mi esposa y mis hijos me esperan.
-Todos dicen lo mismo para burlarse de la ley.
-Acompáñeme, señor.
-¡No, no y no! Yo no hice nada para que me demore. Haga un acto de bien y llévese a esa loca.
-¡Ahora me dice loca! ¡Es intolerable! ¡No lo permita, señor Oficial! ¡No tiene vergüenza! ¡Es un degenerado!
-Suba al móvil, señor.
-¡No subo un carajo!
-Señor, no insulte. Se está resistiendo a la autoridad.
-¡Qué corno me importa!
-Tendré que esposarlo.
-No se anime.
-Necesito dos testigos, voy a esposar al señor.
-No, esto no puede ser. Es una pesadilla.
-No forcejee que las esposas lo pueden lastimar. Comando, sospechoso dominado, esposas colocadas, me dirijo a la base.
-QSL móvil.
-QSL comando.
-¡Loca de mierda! ¡Loca de mierda! ¡Me las vas a pagar!
-¡Encima insulta y amenaza! ¡Hoy la gente honrada ya no puede salir a la calle! Bien hecho por el señor. Oficial. Ese desaforado era un insolente mal educado. Chicos, vamos, ya me acordé: la casa de tía Eulalia queda acá a la vuelta.

1 comentario:

  1. Ya va la segunda loca que Ningo descubre en la calle. Me va a agarrar agorafobia y el tratamiento se lo voy a cobrar a Ningo...!

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