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leña al fuego

-Hola, don José.
-Hola, doña Marta. ¡Qué terrible calor!
-¿Vio, don José? Una está toda mojada. Ya no sabe qué ponerse.
-Si, doña Marta. La ropa se pega a la piel.
-La que está fresca es la vecina del cuarto.
-Y sí.
-Mire cómo sale a la calle. Con esa pollerita.
-Ah, sí.
-Se le ve hasta la bombacha, se le ve.
-Si, se le ve.
-Encima es transparente. Parece que estuviera desnuda.
-Si, parece desnuda.
-Y la remera. Mostrando el ombligo, con semejante escote. Se le van a salir las tetas afuera.
-Sí, las tetas afuera.
-Tendrían que llevarla presa por loca. No se puede ir así por la calle, provocando a los hombres.
-Si, provocando a los hombres.
-Y esa manera de caminar. Se la está buscando.
-Si, tiene razón, se la está buscando.
-Y después se quejan que las violan, que les rompen la ropa, que les sacan la bombacha. Lógico, provocan y los hombres se vuelven locos.
-Eso. Les sacan la pollera, la bombacha, se vuelven locos.
-Lo peor esa remera apretada. Con semejantes tetas todas afuera.
-Eso, todas afuera. Semejantes tetas.
-Y ahí va, moviendo el culo lo más tranquila.
-Eso, el culo ¡Qué culo!
-Es puro pecado ¿no, José? ¡Eh, Josééé!! ¡No, José! ¡Largue, José!
-¡Qué culo, con las tetas afuera!

Al día siguiente, en primera plana de todos los diarios: “Anciano depravado viola reiteradamente a su vecina en la vía pública y a la luz del día. La policía debió forcejear largo tiempo para liberar a la anciana ultrajada. Amigos, familiares y vecinos no se explican el comportamiento del abusador, que debió ser internado con un pico de presión y compromiso cardíaco. La víctima se repone en la sala de cuidados intensivos del hospital local”.

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