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nada le debo

-Hola, doctor Cuervo.
-Hola, Miguel, ¿como está?
-Aquí me ve, con las vendas. Perdí cuatro dedos de la mano derecha en la máquina delaserradero.
-¡Qué barbaridad, Miguel! ¡Cómo lo lamento!
-Me convertí en un inútil, doctor Cuervo. Era la mano que usaba para trabajar. Sólo me queda el dedo meñique.
-¡Terrible, Miguel, terrible!
-Sí, doctor. Una desgracia y no se qué hacer. No sé si usted podrá ayudarme.
-Por supuesto, Miguel. Por supuesto.
-¿Y qué puedo hacer, doctor?
-Juicio, Miguel Juicio. ¡Y lo ganará!
-¿Le parece, doctor?
-Seguro, Miguel, seguro. ¿Tiene testigos, la carpintería es de su empleador, usted tiene bienes?
-Sí, doctor.
-Seguro ganamos, Miguel. Seguro.
-¿Qué necesita, doctor?
-Sus datos completos, Miguel. Nada más y déjelo a mí.
-Doctor, con esto del accidente no tengo un peso, ¿podría prestarme algún dinero para tirar un par de meses?
-Por supuesto, Miguel. El doctor Cuervo siempre está al servicio de sus clientes.
-Gracias, doctor. Necesito unos tres mil pesos.
-Sin problema, Miguel. Fírmeme estos pagarés, déme los datos de su casa y acá tiene su plata.
-Gracias, doctor Cuervo. Le agradezco tanto.
Miguel firmó hasta el agua de los floreros y se fue con los tres mil pesos que perdió en dos noches en el casino de la esquina. Meses de hambruna y mendicación para Miguel. Hasta que llegó una optimista misiva del doctor Cuervo: ¡Ganamos Miguel ganamos! ¡Pasá por el estudio!
Se acabó la malaria, pensó Miguel. ¡Gané!.¡Lo destruí a ese turro!
A primera hora del día siguiente Miguel estaba en el estudio del doctor Cuervo que lo llamó con una sonrisa y un apretón de manos.
-¡Ganamos, amigo!
- Bien -dijo Miguel- ¿Dónde está la guita?
- Bueno, Miguel, tenemos que hacer números -dijo el doctor Cuervo-. La demanda prosperó por sesenta mil pesos. Yo te presté tres mil pesos en efectivo, que con el interés según INDEC llegan a veinte mil. De actualización por depreciación monetaria otro tanto, lo que hace cuarenta mil pesos. Mis honorarios sobre el monto del juicio son veinticinco mil, más los gastos y costas del juicio que me hago cargo yo. En suma, sólo me debés cinco mil pesos, los detalles obviémoslos.
-¿Usted dice que gané el juicio y tengo que pagarle cinco mil pesos?
-Exacto, Miguel, y esto por ser vos y yo un tipo de un honor insobornable.
Miguel se quedó pensando, inmutable, una estatua.
-Bueno -dijo Miguel-. Le agradezco, doctor Cuervo. No tengo dinero pero ¿aceptaría que le pagara con algún bien?
-Por supuesto -dijo el doctor Cuervo.
Miguel metió la mano en el bolsillo derecho de su saco- campera-sobretodo y extrajo una poderosa nueve milímetros. El doctor Cuervo se tiró bajo el escritorio.
-¿Qué hace, doc? -preguntó Miguel.
-Na...da dijo el doctor Cuervo incorporándose.
- Esta pistola es todo lo que tengo. Vale más para usted de lo que me pide, pero mucho más para mí ¡No me suicidaré! Siempre viví como águila, libre, sin sometimiento ni rencor, nunca lo aprecié. Hoy sé que puedo vivir de la mano de Dios y con mi esfuerzo y voluntad llegando al fin con dignidad. Un Cuervo siempre será un carroñero, sin ilusión ni esperanza. Lo lamento por usted, doctor Cuervo. Aquí tiene la nueve milímetros. Es suya. Sólo déme un recibo que nada le debo.

1 comentario:

  1. En el cielo la gente disfruta de la eternidad sin normas ni leyes. Claro, para que hayan leyes hacen falta políticos y abogados. (uno más de abogados Ningo, no te enojes)

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