Como cada mañana, Héctor se despertó exactamente a las seis en punto. Vieja costumbre de su paso por el liceo militar que lo había acompañado en sus sesenta y dos años de vida. Como siempre,e el espejo del baño recibió su cara con una barba rebelde que crecía más de lo debido. Una rápida afeitada y a preparar los mates de cada mañana.
Llenó la pava con agua, la puso a calentar y de repente el timbre inoportuno. No toleraba que lo molestaran cuando se preparaba a disfrutar del mejor momento del día: el tiempo para volcar sus experiencias, ideas, deseos, preocupaciones y recuerdos en forma de versos que dibujaba en su libreta de bolsillo, matizados con dulces y suaves mates. Toda una ceremonia que se veía frustrada por el insistente timbre más insolente que nunca.
Apagó la hornalla de la cocina y con un grito de ¡ya voy! ¡ya voy! Fue hacia la puerta de entrada a recibir al molesto. Abrió la puerta y un señor de unos cincuenta años vestido de riguroso traje gris oscuro con chaleco, corte de pelo prolijo y ojos vivaces lo recibió con una sonrisa que no coincidía con su lúgubre y formal aspecto.
-¡Buen día! -dijo el extraño
- Buen día -contestó Héctor- ¿en qué puedo servirle?
- Mire, señor, debo hablarle de un asunto muy importante y privado. Necesitaría discutirlo en el interior de su hogar
- Bueno, pase -dijo Héctor de mal humor-, siéntese en uno de los sillones del living
El extraño accedió a la casa, se sentó en uno de los sillones del living como éste le había indicado y puso su maletín sobre las rodillas aguardando a Héctor.
Héctor se sentó enfrentado al extraño y con gesto hosco lo interrogó sobre los motivos de la visita.
- Mire, señor Héctor, mi nombre es Carlos y vengo de parte de
- ¿De parte de quién?
- De
- No, Héctor, yo soy representante de
Héctor comenzó a reír mientras repetía ¡
- Así es -ratificó Carlos con seriedad.
La risa de Héctor cesó.
- ¿Así que
- Ningún problema. Simplemente, y en razón en que usted morirá a las 17 horas del día de la fecha, vengo a ofrecerles los servicios de la empresa.-
-¿Qué servicios? –preguntó Héctor, pálido.
- En primer lugar -dijo Carlos- apoyo psicológico previo y luego explicarle las distintas alternativas que le ofrece la empresa.
- ¿Qué empresa? ¡Por favor! ¡Qué empresa!
- Héctor, usted vio como están las cosas y si no se evoluciona todo puede irse al diablo. Ese asunto de que al morir uno va al cielo o al infierno es algo que pasó de moda. Out. Al cliente hay que brindarle el mejor de los servicios y por ello yo estoy aquí.
- ¡Mire usted! ¡
- Ud. lo ha dicho exactamente, Héctor. La muerte SRL le brinda servicios especiales. Acá tengo dos libros con fotografías de los distintos destinos que usted puede elegir y acceder con el pago de una módica suma.
-¿Y qué destinos puedo elegir? -interrogó burlón Héctor.
- Mire, usted puede decidir pasar su muerte con sus familiares que ya están con nosotros, o con sus amigos de noches inolvidables, o con ese gran amor que es una de nuestras distinguidas huéspedes, o nuestras playas exclusivas plena de muchachas bonitas y amigables. Mire los libros de fotos detenidamente y después me dice.
Inmediatamente, Carlos le entregó a Héctor un par de libros con fotografías.
Héctor fue pasando hoja a hoja cuidadosamente y el asombro se fue reflejando en su cara. Luego de examinar íntegramente los libros, se los devolvió a Carlos, lo miró fijamente, se levantó, pegó una vuelta, se volvió a sentar la mirada perdida y en silencio, quebrado por un interrogante.
- ¿Y cuánto es la módica suma que debería pagar?
- Depende -dijo Carlos.
- ¿Depende de qué?
- Del destino que elija. Así, si desea estar con sus familiares que ya hospedamos la suma sería de quinientos dólares, si es con sus amigos de parranda mil quinientos y así hasta llegar a la playa exclusiva en que la suma a abonar sería de treinta mil.
Héctor lo volvió a mirar fijamente, silencio que nuevamente se rompió con una pregunta del primero
-¿Y qué seguridad tengo que todo esto no es una estafa, un engaño?
-Solamente mi palabra -respondió Carlos.
Héctor se levantó otra vez, dió tres o cuatro vueltas, se sentó en silencio, con la mirada perdida, se levantó y se dirigió a su habitación.
En instantes retornó con un fajo de verdes billetes y dirigiéndose a Carlos dijo:
- Mire, amigo, en verdad no sé si esto es un engaño, un sueño o si usted es realmente representante de
Carlos, sonriendo, los contó minuciosamente antes de aguardarlos en el portafolio y sacar un talonario de recibos con el logo de
Le entregó el recibo a Héctor y dándole la mano afirmó entusiasmado
- Lo felicito Héctor, acaba de hacer la mejor inversión de su muerte.
Ese mismo día, a las 17 horas, Héctor Carneve fallece de un infarto masivo absolutamente inesperado.
Muy buen cuento! tiene de todo: humor, esoterismo, negocios, escatología, y un buen final.
ResponderEliminarJe suis d'accord avec Alejandro, je ne le connais pas, mais je pense comme lui (humour, esothérisme, escathologie...)par contre, si je ne me trompe pas, le conte n'est pas fini - Alejandro- il faut attendre la suite...
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